
El Reino de Italia (en italiano: «Regno d’Italia») fue el nombre asumido el 17 de marzo de 1861 por el estado surgido tras la unificación nacional italiana (1848–1870)
Liderada por Víctor Manuel II que se coronó Rey de Italia en 1861. La creación del Reino de Italia fue el resultado de los esfuerzos concertados de los nacionalistas italianos y monárquicos leales a la Casa de Saboya, reinante hasta ese momento en el estado predecesor al Reino de Italia, el Reino de Cerdeña, para establecer un reino unido que abarcara toda la península italiana.
Desde 1922 hasta 1943 se denomina Italia fascista, que es la época del gobierno del Partido Nacional Fascista con Benito Mussolini como jefe de gobierno. Precisamente su participación en la Segunda Guerra Mundial llevó a su desaparición tras celebrarse un referéndum en 1946 en el que el sistema republicano salió ganador con respecto al monárquico debido al descontento civil y al desprestigio de este durante la guerra.[cita requerida] Finalmente el 2 de junio de 1946 se proclamó la República Italiana, forma de estado de Italia hoy día.
Bajo la soberanía del Reino de Italia se constituyó un imperio colonial que comprendía amplios dominios en África oriental, en Libia y el Mediterráneo, así como Tianjin, en China (en este último caso de manera compartida con otras naciones europeas y con los Estados Unidos y Japón).
Unificación italiana y formación del Reino de Italia
Camillo Benso
Tras las Revoluciones de 1848, el líder aparente del movimiento de unificación italiano era el revolucionario italiano Giuseppe Garibaldi, que era popular entre los italianos del sur y era famoso en todo el mundo por sus seguidores extremadamente leales. Garibaldi lideró los intentos republicanos de unificación en el sur de Italia, pero la monarquía del norte de Italia de la Casa de Saboya en el Reino de Cerdeña, cuyo gobierno era liderado por Camillo Benso, conde de Cavour, también tenía ambiciones de establecer un estado italiano unido, si bien el reino no tenía conexión física con Roma (ciudad vista por todos como la capital natural de Italia, pero que todavía era capital de los Estados Pontificios).
En 1849 se frustró un proyecto de confederación entre los distintos estados de la Península itálica (proyecto que apoyaban muchas personalidades prominentes en la política italiana de la época, desde el piamontés Massimo D’Azeglio hasta el toscano Bettino Ricasoli o el federalista lombardo Carlo Cattaneo), por el retiro del apoyo de, primero, las tropas pontificias, y después las tropas borbónicas, al entonces rey Carlos Alberto en la Primera Guerra de la Independencia Italiana.
El presidente del Consejo de Ministros del Reino de Cerdeña, Cavour, en reconocimiento de la necesidad del estado que presidía de establecer alianzas que ayudaran a aumentar las posibilidades de que se produjera la unificación italiana (como alianzas con el Reino Unido y con Francia, por las cuales el Reino de Cerdeña participó en la Guerra de Crimea, preveía en su proyecto discutido con Napoleón III en Plombières-les-Bains en 1858, cuatro estados distintos para la península: un Reino de la Alta Italia que comprendiera todo el norte de Italia (desde el Piamonte hasta el río Isonzo más la Romaña pontificia) bajo el dominio saboyano; un Reino del Centro compuesto por los territorios restantes de los Estados Pontificios (excepto Roma) y bajo influencia francesa; el Territorio de Roma (compuesto por la ciudad homónima y sus alrededores) cuyo jefe fuera el Papa; y el Reino de las Dos Sicilias, al frente del cual Napoleón III deseaba colocar a Luciano Murat, hijo de Joaquín Murat. Esto se desprende de la carta que Cavour escribió desde Baden-Baden el 24 de julio de 1858 al entonces rey de Cerdeña Víctor Manuel.
El acuerdo verbal de Plombières preveía para la realización de dicho proyecto político una guerra común por parte de Francia y del Reino de Cerdeña contra Austria. Sin embargo, una vez comenzada la Segunda Guerra de la Independencia Italiana el proyecto naufragó a causa de la decisión unilateral de Napoleón III de retirarse del conflicto (por medio del armisticio de Villafranca), permitiendo así al Reino de Cerdeña tomar únicamente Lombardía y no todo el Reino lombardo-véneto como se había acordado.
En el año siguiente el proyecto de una Italia federal fracasó a causa tanto de la oposición de Saboya, como de la de Garibaldi, la de los mazzinianos y también la del rey Francisco II de las Dos Sicilias, que en 1859 había rechazado una propuesta de alianza del Reino de Cerdeña para llevar a cabo un ataque común a los Estados Pontificios, dado que no quería adquirir territorios pertenecientes al Papa.
El período del reinado de Víctor Manuel II de Saboya que va desde 1859 hasta 1861 también se denomina como «Víctor Manuel II Rey Electo». De hecho, en 1860 el Ducado de Parma, el Ducado de Módena y el Gran Ducado de Toscana votaron en plebiscito a favor de la unión con el Reino de Cerdeña. En este mismo año fue anexionado también el Reino de las Dos Sicilias (a través de la Expedición de los Mil). A pesar de sus diferencias, Cavour accedió a incluir la Italia del sur de Garibaldi en la unión con el Reino de Piamonte-Cerdeña. Cavour, desafiando los esfuerzos republicanos de unificación de Garibaldi, organizó revueltas populares en los Estados Pontificios, usando posteriormente, ese mismo año, esas revueltas como pretexto para invadir dichos estados, invasión que permitió la anexión al reino de la Romaña, las Marcas, la Umbría, Benevento y Pontecorvo, destruyendo virtualmente a los Estados Pontificios, dado que solo una pequeña porción de dichos estados que comprendía Roma y sus alrededores permaneció bajo el control del Papa Pío IX. Todos los territorios papales anexionados militarmente se anexionaron oficialmente al reino a través de plebiscitos.
Consecuentemente, el Parlamento declaró la creación del Reino de Italia (que comprendía el Reino de Cerdeña y todos los territorios, tanto en el norte como en el sur de Italia, que había anexionado) el 18 de febrero de 1861, y el 21 de febrero aprobó un proyecto de ley por el cual Víctor Manuel II asumió el título de Rey de Italia para sí y para sus sucesores, aunque no modificó su número. Desde el punto de vista institucional y jurídico asumió la estructura y las leyes del reino de Cerdeña (que era de iure una monarquía constitucional regida según el Estatuto albertino de 1848), así pues, la ley nº. 4671 del 17 de marzo de 1861 (que era formalmente una ley del Reino de Cerdeña) sancionó la asunción por parte del monarca saboyano del título de Rey. El rey nombraba al gobierno, que era responsable frente al soberano y no frente al Parlamento; por otra parte el rey mantenía prerrogativas en política exterior y, por costumbre, elegía a los ministros militares (de Guerra y Marina).
En 1866, Otto von Bismarck, Ministro-Presidente de Prusia, ofreció a Víctor Manuel II una alianza con el Reino de Prusia en la Guerra austro-prusiana. A cambio Prusia permitiría a Italia anexionar el Véneto, entonces controlado por Austria. El rey aceptó la oferta e Italia declaró la guerra a Austria, comenzando la Tercera Guerra de la Independencia Italiana. A pesar del fracaso de la campaña militar italiana en la guerra, a causa de contar con un ejército pobremente organizado, la victoria de Prusia permitió a Italia anexionar la región del Véneto. El mayor obstáculo para la unidad de Italia que quedaba era Roma.
En 1870, Prusia atacó a Francia comenzando la Guerra franco-prusiana. Para mantener a raya al gran ejército prusiano, Francia abandonó sus posiciones en Roma (que protegían los remanentes de los Estados Pontificios y a Pío IX) para luchar contra los prusianos. Italia se benefició de la victoria de Prusia contra Francia al poder ser capaz de arrebatar los Estados Pontificios a la autoridad francesa. Roma fue capturada por el Reino de Italia tras varias batallas y una guerra de guerrillas por parte de los zuavos pontificios y las tropas oficiales de la Santa Sede contra los invasores italianos. Así, la unificación italiana fue completada y poco después se trasladó la capital de Italia a Roma.
El historiador Alfonso Scirocco afirma que la Unificación solo fue completada en la primera mitad del siglo XX, desapareciendo totalmente los movimientos secesionistas durante el reinado de Víctor Manuel III, nacido en Nápoles y particularmente unido y afeccionado al sur de Italia.